Buenos, amigos y correligionarios PGNeros, ha tardado un poco pero ya ha llegado. Aquí está la Gastrocrónica correspondiente a los bichitos gallegos.
Antes de glosar las maravillas culinarias ofrecidas por el personal de Les Portads, para muestra un sobón:
Era eso de las 14.30 de un lluvioso sábado PGNero cuando doblabamos la esquinita que lleva al santuario culinario portadeño. Nos adelantábamos unos minutos para que Alfonsito, el 8º PGNero, degustara su purelito. Habíamos hablado con el jefe de cocina de Les Portads y teníamos su bendición. Pero, oh!, sorpresa, Isa, la PGNera díscola, también adelantaba su llegada. A bordo del CePeroX 2000, a una velocidad nunca vista por aquellos lares portadeños, por su parsimonia, fue acercándose poquito a poco a la casapuerta de Les Portads.
Cruzamos el umbral que separa la realidad del mundo de los sueños culinarios para comprobar que el séptimo cielo gastronómico existe. Un bogavante gallego, cual sampedro moreno de Fondo de Bikini, nos abría de par en par las puertas del gozo extremo. Apurábamos una Cruzcampo mientras Chema ultimaba en la cocina, Alfonsito deglutía su ración de manos de su amorosa madre, y todos aguardábamos con impaciencia la llegada de los orgullosos padres de…….
La sorpresa onomástica se hizo esperar. Hizo falta que Chema&Montse nos comenzaran a obsequiar con delicadezas del calibre de los Veleros de marrajo sobre mar de espuma, las tostas templadas de Casar ahumado con nueces o la patatera Les Portadas style, para que los titulares del Bistró montequintiano dejarán resbalar el nombre de su primogénito por entre los efluvios das Rías Baixas. Gonzalo. Ese será el nombre. Titular de la novena licencia PGNera para degustar.
Y llegó el momento gastronómico esperado. Una vez Chema hubo dado matarile a los convidados gallegos, y extraído su delicioso jugo marinero, procedió a ultimar lo que acabaría convirtiéndose en la versión Les Portads style de un clásico de nuestra cocina, su alteza el Arroz con Bogavante.
Excelso, majestuoso, soberbio, enorme. Cual druida Bogavanceturix, con su caldero mágico en aluminio negro fundido, comenzó el reparto de la egregia y granulosa pócima entre la tribu de los PGNeros, unos valientes guerreros-gastrónomos que, en medio del desierto de la mediocridad culinaria del montaito pringoso o la pavía aceitosa, enarbolan la bandera de la alta cocina. Pero, todos? Todos no. La PGNera Isaceperix no. Ella cayó en la marmita cuando era pequeña.
Y bueno, la tribu PGNera dio muy buena cuenta de lo comido y lo bebido, despidiéndose para un largo período de hibernación gastronómica. Aunque, al final, salió el sol en el poblado PGNero y quedaron para tomar unas birrax en el atrio. Y libres de las negras nubes que les impedían discurrir, alcanzaron a ver que en el horizonte PGNero había tiempo para otra más. Nos vemos en Lou Roses Restaurant próximamente.